Se lleva analizando la relación o interacción entre la arquitectura y el bienestar de las personas desde la década de los 60 del siglo pasado, habiéndose centrado la investigación en diversos factores ambientales que pueden afectar no sólo al bienestar, sino también al comportamiento de las personas.
Existe hoy en día numerosa evidencia científica que permite afirmar cuándo un entorno es o no facilitador o contribuye a fomentar la inclusión e igualdad de oportunidades o no. Igualmente existe evidencia que permite afirmar que los entornos en sí mismos pueden producir cambios conductuales en las personas. Un entorno bien diseñado, ejecutado, mantenido y gestionado, puede llegar a ser una herramienta muy útil para aumentar el bienestar de las personas, y por tanto, su calidad de vida.
Desde Errotu, creemos que es necesario humanizar las construcciones para poder ofrecer a nuestros clientes espacios adaptados a sus necesidades personales, cálidos, seguros, accesibles y funcionales.